Showing posts with label Cuentos de un bebedor de eter. Show all posts
Showing posts with label Cuentos de un bebedor de eter. Show all posts

25 May 2022

CUENTOS DE UN BEBEDOR DE ÉTER de Jean Lorrain en LOS CONJURADOS (Instagram)


EL VISIONARIO
«Lei tus versos, sí, por encima de tu hombro. ¡Flores enfermas o rosas de hastío! Oh, eres un típico caso de espíritu otoñal. Ya no se te ve en ninguna parte, no sales más, ¿qué pasa, mi pobre amigo?». 
Entonces él respondió, con su voz abúlica:
«Lo que pasa, es eso...», y con su mano sorprendentemente fina y larga, me mostró por la alta ventana los árboles sin hojas de la avenida desierta y todo ese decorado de frío y de tristeza que noviembre dibuja en las esquinas de nuestras calles «¡Oh! Ese cielo amarillo y nublado que pesa como plomo, esos fantasmas de árboles sin ramas y esos techos como escondidos en la llovizna... y la fealdad de esos que andan por la calle, ¡qué escasos, por otra parte, pero sin embargo no lo suficiente! Me estoy muriendo, ya ves, por la falta de sorpresas, por la trivialidad de esta cosa pobre y fea que es la calle de París», «Y también un poco de esto» dije paseando mi mirada alrededor de la alta habitación amueblada y decorada con un lujo por lo menos extraño y, señalando un busto de bronce verde con ojos de plata bruñida apoyado encima de una columna de mármol, luego más lejos una cera pintada de pupilas extraviadas, de labios entreabiertos que erguía sobre un arcón una cara de agonía deliciosa, de gracia y espanto a la vez. 

«¿Acaso crees seriamente que todo este arte puede ser sano? Ciertamente hay brujería en esos arreglos, y cualquier mente se trastornaría por mucho menos». Y descubriendo, en un marco de plata vieja abollada de frutos de cornalina y de ágata, una extraña cabeza cortada de Safo o de Orfeo, le dije: «Y esa podredumbre, esa flor de anfiteatro en ese paisaje espectral, ¿tú crees que a la larga no te llega a destrozar los nervios tener delante todas esas cabezas cortadas? ¡La sola elección de esos colores es una confesión de enfermedad moral! ¿Dónde se vieron semejantes crisantemos, por ejemplo?».

Otro título del extraordinario catálogo de “El Doctor Sax”. Los cuentos de Lorrain son una maravilla.

 



24 July 2017

CUENTOS DE UN BEBEDOR DE ÉTER - Jean Lorrain

TRADUCCIÓN: DANI CASQUERO SOLER Y GABRIELE NERO




Los “Cuentos de un bebedor de éter” son alucinaciones, donde como en un baile de máscaras se mezclan pesadillas y miedos con la bohème de París, en la cumbre de la Belle Époque. Este libro de relatos breves sobre la "eteromanía", refleja las características básicas de la obra de Lorrain: pesimismo, permisividad, comprensión del vicio y compulsiva búsqueda de "paraísos artificiales", enmarcadas en una visión fantástica de la vida.

Jean Lorrain (Fécamp, 9 de agosto 1855- París 30 de junio 1906). “Pintor complaciente de ebriedad y perversiones” como lo describe el Grand Larousse Encyclopédique, Jean Lorrain (nacido Paul Duval) fue poeta, cuentista, novelista y eteromaníaco. Nacido en Fécamp en 1855, nunca pudo conocer a Charles Swinburne, quien vivía en la región, pero sí fascinarse por su vida excéntrica, de la que circulaban distintas anécdotas. Instalado en París (más precisamente en Montmartre), logró que su padre aceptara su vocación para las letras, a condición de que escribiera bajo seudónimo como Baudelaire y Monsieur La Putaine. Su homosexualidad fue descarada, excéntrica y casi militante.

«Al bajar la escalera del palacio, ella se cruzó con grandes sombras que subían en sentido contrario: eran formas de caballeros con cascos, damas con capirotes y monjes con capuchas; también había entre ellos prelados con mitras, lansquenetes y pajes; el perfil de los morriones, de las banderas y las lanzas destacaba en negro sobre la alta tapicería, pero no eran más que sombras y no hacían ningún ruido. Gerda se detuvo, no atreviéndose a dar otro paso ante ese cortejo silencioso.  “No temas” graznó el cuervo posado sobre su hombro, “son más vacíos que el humo, son los Sueños; en cuanto se apagan las luces, todas las noches invaden el palacio”».
Jean Lorrain